Llegó a la universidad muy temprano. Parecía ser aún de noche, hacía frío. Cuando exhalaba al subir las escaleras su vaho ofuscaba su mirada.
-Si viviera en Islandia, ¿me deprimiría?- se preguntaba mientras su aliento escaseaba.
-Allá no importaría la hora a la cual despertara, siempre sería oscuro y frío- contestó en su soliloquio.
Se anonadó al percatarse de su vulnerabilidad, de su debilidad ante factores inevitables como el clima y el color del cielo. A pesar de ser considerada un adulto, seguía estando asustada, trémula, endeble...
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