Hace cuatro veranos participé en una obra teatral –musical, para ser exactos “Vaselina”- Ese año me llamaron ‘adolescente’ para mi desgracia, por el término vulgar y genérico que representa éste.
Hace tres me inscribí en un curso de verano en ‘Sport City’ –diseñado para niños obesos-, gastando mi energía en ejercicios físicos al mando de instructores, irreversiblemente pagados. Ese año hubo un primer novio. Experimentos propios de animales sexuales –seres humanos- anónimos propios de la edad.
Hace dos fui en un tour que se detenía –oh, ‘detener’- en diversos países de Europa. Ese año comencé a comprender la realidad.
Hace uno estudié italiano en un curso de verano –Qué afín resulté a estas prestezas distractoras- para alejarme de las malas amistades, de la yerba y para reflexionar absurdamente acerca del futuro y el presente.
De una forma triste/adulta/reconfortante/decepcionante me encuentro de pie técnicamente en el mismo lugar. Congelada en la misma situación. Y así lo he estado durante el último año.
Soy una máquina en lasitud continua, esperando -¿Esperando qué?-, con alguna que otra pausa y/o aceleración intermitente. Y sin embargo –por mucho que suene lo dicho anteriormente como una queja-, no me molesta; sino me agrada un poco.
Qué cabeza tan existencialista.
Qué acciones tan ambiguas –sorpresivas y monótonas-.
Qué lejos de la Tierra me he encontrado. Creo que tengo una vida interior muy flotante y –por increíble que parezca- he sentado cabeza a la edad de dieciséis años y once meses.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
SportCity apesta :P
ResponderEliminarjaja!