Estaba recostada en mi cama, viendo el techo. ¿Qué veía?, nada.
Me parece increíble e insoportable la pesada libertad que nos han regalado. Pero, ¿quién?; ¿quién nos ha fabricado así?
Así de libres, así de endebles, así de efímeros...
Increíble es también que siendo tan libres, a veces optemos por crear barreras y pestilentes prisiones que hacen que la bellísima vida se convierta en una pesadilla, como hace un par de meses; que intenté desaparecerte de mi cosmos, que cuando veía el techo observaba de frente al vacío, cayendo a horcajadas con su pesadez encima de mí.
martes, 30 de noviembre de 2010
miércoles, 13 de octubre de 2010
La Universidad
Llegó a la universidad muy temprano. Parecía ser aún de noche, hacía frío. Cuando exhalaba al subir las escaleras su vaho ofuscaba su mirada.
-Si viviera en Islandia, ¿me deprimiría?- se preguntaba mientras su aliento escaseaba.
-Allá no importaría la hora a la cual despertara, siempre sería oscuro y frío- contestó en su soliloquio.
Se anonadó al percatarse de su vulnerabilidad, de su debilidad ante factores inevitables como el clima y el color del cielo. A pesar de ser considerada un adulto, seguía estando asustada, trémula, endeble...
-Si viviera en Islandia, ¿me deprimiría?- se preguntaba mientras su aliento escaseaba.
-Allá no importaría la hora a la cual despertara, siempre sería oscuro y frío- contestó en su soliloquio.
Se anonadó al percatarse de su vulnerabilidad, de su debilidad ante factores inevitables como el clima y el color del cielo. A pesar de ser considerada un adulto, seguía estando asustada, trémula, endeble...
sábado, 25 de septiembre de 2010
November Rain
When I look into your eyes
I can see a love restrained
But darlin' when I hold you
Don't you know I feel the same
'Cause nothin' lasts forever
And we both know hearts can change
And it's hard to hold a candle
In the cold November rain
We've been through this
Such a long long time
Just tryin' to kill the pain
Yeahh..
But lovers always come
And lovers always go
And no one's really sure
Who's lettin' go today
Walking away
If we could take the time
To lay it on the line
I could rest my head
Just knowin' that you were mine
All mine
So if you want to love me
Then darlin' don't refrain
Or I'll just end up walkin'
In the cold November rain
Do you need some time
On your own
Do you need some time
All alone
Everybody needs some time
On their own
Don't you know you need some time
All alone
I know it's hard to keep an open heart
When even friends seem out to harm you
But if you could heal a broken heart
Wouldn't time be out to charm you
Sometimes I need some time
On my own
Sometimes I need some time
All alone
Everybody needs some time
On their own
Don't you know you need some time
All alone
And when your fears subside
And shadows still remain
I know that you can love me
When there's no one left to blame
So never mind the darkness
We still can find a way ¿?
'Cause nothin' lasts forever
Even cold November rain
Don't ya think that you
Need somebody
Don't ya think that you
Need someone
Everybody needs somebody
You're not the only one(2)
Everybody needs somebody
I can see a love restrained
But darlin' when I hold you
Don't you know I feel the same
'Cause nothin' lasts forever
And we both know hearts can change
And it's hard to hold a candle
In the cold November rain
We've been through this
Such a long long time
Just tryin' to kill the pain
Yeahh..
But lovers always come
And lovers always go
And no one's really sure
Who's lettin' go today
Walking away
If we could take the time
To lay it on the line
I could rest my head
Just knowin' that you were mine
All mine
So if you want to love me
Then darlin' don't refrain
Or I'll just end up walkin'
In the cold November rain
Do you need some time
On your own
Do you need some time
All alone
Everybody needs some time
On their own
Don't you know you need some time
All alone
I know it's hard to keep an open heart
When even friends seem out to harm you
But if you could heal a broken heart
Wouldn't time be out to charm you
Sometimes I need some time
On my own
Sometimes I need some time
All alone
Everybody needs some time
On their own
Don't you know you need some time
All alone
And when your fears subside
And shadows still remain
I know that you can love me
When there's no one left to blame
So never mind the darkness
We still can find a way ¿?
'Cause nothin' lasts forever
Even cold November rain
Don't ya think that you
Need somebody
Don't ya think that you
Need someone
Everybody needs somebody
You're not the only one(2)
Everybody needs somebody
lunes, 31 de mayo de 2010
El Desecho
Su nombre era Alejandro. Días después de conocerlo lo comencé a frecuentar diariamente; encontraba a su pasmada personalidad muy adictiva. No me fastidiaba compartir las horas con él. No me encantaba; pero simplemente no podía dejar de hacerlo. Era como una compulsión.
Durante aquellos días de estío, a eso de las tres de la tarde, ambos acostumbrábamos atiborrarnos de suculentos alimentos; fuera en algún establecimiento o en una de nuestras dos casas. El letargo nos invadía después, así que dormíamos abrazados en la cama de cualquiera de los dos, uno detrás del otro; a manera de 'spoon'. Eso se convirtió en nuestro pequeño ritual.
A veces hacíamos reuniones nocturnas. No para hacer el amor tierna o apasionadamente, sino para ver películas saboreando y deglutiendo todo tipo de golosinas; a pesar de no tener hambre.
En ciertos momentos sentía el impulso de besarlo, tocarlo; lo deseaba y sabía que él a mí también. No sucedía nada ligado a esas pequeñas y débiles fantasías; pues ninguno tomaba la iniciativa. El mundo era de por sí lo suficientemente bello, brillante y placentero como para necesitar aventuras carnales. En cambio, engullíamos con ímpetu.
La delicia que representaba para mí observar sus tersos labios rosados abrirse de par en par para introducir algún alimento de cualquier índole y, a veces, derramar lustrosas gotitas de miel por las comisuras era incomparable a cualquier otro placer.
Los meses pasaron. El último día que observé su belleza fue en octubre; esplendoroso otoño. Sus rizos rubios bailaban con la brisa y sus ojos castaños se encogían formando una escalerilla de arruguitas en los extremos opuestos a los lagrimales. Estábamos de viaje, vacacionando en una pequeña casa provinciana que mis padres me heredaron en vida. Fuimos con un par de amigos más, así que optamos por guardar nuestro paraíso de ambrosía para nuestro deleite privado; para algún otro día que no pudiéramos ser descubiertos, porque de serlo hubiéramos tenido que compartir nuestro relleno.
Llegamos en la mañana. Transcurrieron las horas y llegó la noche. Decidimos sustituir los sólidos por alcohol. Bebimos hasta el hartazgo, inflamos nuestras barrigas de líquido; como solíamos hacer con la comida.
Entramos a nuestra alcoba correspondiente, donde nos aguardaban dos camas individuales. Alejandro y yo retozamos en la misma cama al principio. Luego, nos abrazamos como de costumbre; yo de espaldas y él con su grueso brazo asiendo mi pecho. No estoy segura del momento en el cual nos despojamos de nuestras ropas y se fundieron nuestros aromas a queso rancio, piel y sudor de virgen. Totalmente comprensible por el estado etílico; la lujuria hizo acto de presencia. Comenzamos haciendo 'caricias inocentes' -aún no entiendo el por qué del término- que pronto dejaron de ser inocentes, hasta el momento en el cual se culminó la vulgar penetración que al principio me hizo sentir dolor en los intestinos. Poco a poco se hizo placentera. Cerré los ojos y gocé.
Los abrí al sentir que él se había detenido y me horroricé con la sorpresa que me aguardaba: Era la metamorfosis de Alejandro; se trataba de una enorme pila de estiércol sobre mi cuerpo. La tersa textura de su piel había cambiado por una viscosidad que me incomodaba y la consistencia mórbida de su cuerpo por una semejante a la de la plastilina. El hedor casi me produjo un desmayo, pero pude huir de esa letrina con la reacción inmediata de correr y avisar a doña Rosaura, quien vomitó instantes después de verme bañada en color café.
Jamás lo volví a ver.
Durante aquellos días de estío, a eso de las tres de la tarde, ambos acostumbrábamos atiborrarnos de suculentos alimentos; fuera en algún establecimiento o en una de nuestras dos casas. El letargo nos invadía después, así que dormíamos abrazados en la cama de cualquiera de los dos, uno detrás del otro; a manera de 'spoon'. Eso se convirtió en nuestro pequeño ritual.
A veces hacíamos reuniones nocturnas. No para hacer el amor tierna o apasionadamente, sino para ver películas saboreando y deglutiendo todo tipo de golosinas; a pesar de no tener hambre.
En ciertos momentos sentía el impulso de besarlo, tocarlo; lo deseaba y sabía que él a mí también. No sucedía nada ligado a esas pequeñas y débiles fantasías; pues ninguno tomaba la iniciativa. El mundo era de por sí lo suficientemente bello, brillante y placentero como para necesitar aventuras carnales. En cambio, engullíamos con ímpetu.
La delicia que representaba para mí observar sus tersos labios rosados abrirse de par en par para introducir algún alimento de cualquier índole y, a veces, derramar lustrosas gotitas de miel por las comisuras era incomparable a cualquier otro placer.
Los meses pasaron. El último día que observé su belleza fue en octubre; esplendoroso otoño. Sus rizos rubios bailaban con la brisa y sus ojos castaños se encogían formando una escalerilla de arruguitas en los extremos opuestos a los lagrimales. Estábamos de viaje, vacacionando en una pequeña casa provinciana que mis padres me heredaron en vida. Fuimos con un par de amigos más, así que optamos por guardar nuestro paraíso de ambrosía para nuestro deleite privado; para algún otro día que no pudiéramos ser descubiertos, porque de serlo hubiéramos tenido que compartir nuestro relleno.
Llegamos en la mañana. Transcurrieron las horas y llegó la noche. Decidimos sustituir los sólidos por alcohol. Bebimos hasta el hartazgo, inflamos nuestras barrigas de líquido; como solíamos hacer con la comida.
Entramos a nuestra alcoba correspondiente, donde nos aguardaban dos camas individuales. Alejandro y yo retozamos en la misma cama al principio. Luego, nos abrazamos como de costumbre; yo de espaldas y él con su grueso brazo asiendo mi pecho. No estoy segura del momento en el cual nos despojamos de nuestras ropas y se fundieron nuestros aromas a queso rancio, piel y sudor de virgen. Totalmente comprensible por el estado etílico; la lujuria hizo acto de presencia. Comenzamos haciendo 'caricias inocentes' -aún no entiendo el por qué del término- que pronto dejaron de ser inocentes, hasta el momento en el cual se culminó la vulgar penetración que al principio me hizo sentir dolor en los intestinos. Poco a poco se hizo placentera. Cerré los ojos y gocé.
Los abrí al sentir que él se había detenido y me horroricé con la sorpresa que me aguardaba: Era la metamorfosis de Alejandro; se trataba de una enorme pila de estiércol sobre mi cuerpo. La tersa textura de su piel había cambiado por una viscosidad que me incomodaba y la consistencia mórbida de su cuerpo por una semejante a la de la plastilina. El hedor casi me produjo un desmayo, pero pude huir de esa letrina con la reacción inmediata de correr y avisar a doña Rosaura, quien vomitó instantes después de verme bañada en color café.
Jamás lo volví a ver.
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