lunes, 17 de enero de 2011

El 'deber civil': Ya qué. (o bien, misantropía en lunes)

Hace unos días un par de impertinentes se aproximaron a la mesa en la que estaba sentada, leyendo.
-¿Nos podemos sentar?- me preguntaron cuando ya habían depositado sus asquerosos traseros en la banca. Ya qué, ¿no?; ¿qué puedo hacer al respecto?, ¿ahuyentarlos como uno espanta a las palomas? No creo. Desgraciadamente hay un código civil no estipulado que nos hace comportarnos de ciertas maneras, a pesar de que mi naturaleza me hubiera incitado a golpearlos con un garrote -no estoy siendo exagerada, se pusieron a cacarear y a desconcentrarme-, reaccioné adhiriéndome al código antes mencionado, debido a que he sido domesticada y amaestrada para adecuarme a la civilización contemporánea. Sonreí con los cachetes apretados, dije 'claro' -conste que entre dientes- y me tuve que adaptar a la situación de estos primates ruidosos.
Es como cuando alguien 'pide permiso' para sentarse junto a uno en el camión. Como si la palabra 'permiso' y una patética sonrisa significara que está considerando la opinión de uno. Es una obligación, detesto el deber civil. Ando de almorranienta. ¡Aléjense todos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario